Crónica de una pandemia

La pandemia es algo que nos ha afectado a todos a nivel mundial. Llevamos ya más de un año, sin ver la luz al final del túnel, y sin creernos del todo que el final de esta crisis sanitaria esté ya más cerca. Incertidumbre, nunca nos había unido tanto un sentimiento, pero en este caso, no es nada positivo. Es un sentimiento que nos provoca ansiedad, desazón y muchas preocupaciones. De ahí que cada vez se escuche más el término “fatiga pandémica”, y cómo no, porque realmente la sociedad se siente agotada con tantas “subidas y bajadas”.

Pero no a todas las personas nos afecta por igual. Está claro que las personas mayores han sido las grandes damnificadas de esta pandemia, no sólo por su vulnerabilidad en cuanto a edad y todo lo que ello implica en términos de salud, sino porque cuando el panorama peor estaba, cuando la enfermedad producida por el Covid-19 acechaba, se vieron totalmente desprotegidas.

Tanto es así, que la pandemia ha sido definida como una emergencia geriátrica.

Ya en el mes de abril de 2020, el director regional de la OMS para Europa, Hans Henri P. Kluge, pidió a los países europeos tratar con «respeto y dignidad» a las personas mayores, ya que son ellas las que desde el principio han tenido un mayor riesgo de desarrollar una enfermedad grave si se infectan con el nuevo coronavirus.

«Apoyar y proteger a las personas mayores que viven solas en la comunidad es asunto de todos. Les recuerdo a los gobiernos y las autoridades que todas las comunidades deben recibir apoyo para realizar intervenciones que garanticen que las personas mayores tengan lo que necesitan. Todas deben ser tratadas con respeto y dignidad durante estos tiempos. No podemos dejar a nadie atrás», aseveró Kluge.

Al mismo tiempo, el director regional de la OMS para Europa avisó de que otro de los asuntos claves era atender la salud mental del colectivo de personas mayores, para lo cual animaba a los jóvenes a hablar con sus abuelos «todos los días» para evitar que se sintieran solos. «El distanciamiento físico no es distanciamiento social», recalcó.

Pero pese a las advertencias, pasó lo que ya sabemos todos, las personas mayores no gozaron de esa preferencia, en algunos casos, hasta se les negó el derecho a la atención hospitalaria y las residencias se vieron desprotegidas por las autoridades, dejándolas sin capacidad para hacer frente a esta crisis sanitaria, que se cobró tantas vidas.

Una pandemia que nos ha dejado muchos efectos secundarios

Mientras la población intentaba volver a la “nueva normalidad” con más o menos dificultades, después de casi dos meses de confinamiento, los mayores, debido a su fragilidad frente al Covid-19, han pasado prácticamente un año sin casi salir a la calle, sin apenas tener visitas, sin poder abrazar a sus hijos, nietos… a sus personas queridas…

Hoy por hoy, gracias a la vacunación, muchos han podido recuperar cierta vida que se les fue “robada”, ya no temen tanto por su salud física, pero les queda una gran secuela, aquella que vaticinó el director regional de la OMS para Europa: la salud mental, debido al aislamiento físico y social que han padecido en gran parte de la pandemia, y además durante un periodo tan largo de tiempo.

Por si eso fuera poco, la terminología utilizada durante la pandemia tanto en las redes sociales como por políticos o en medios de comunicación, no han ayudado en absoluto, potenciando el concepto de “edadismo”.

Expresiones tales como “mueren los viejos”, “personas no esenciales”, “nuestros mayores”, “los más vulnerables” y el hecho de haber basado la desescalada en la edad, han aumentado las conductas discriminatorias frente a este colectivo.

Está demostrado que todo esto, además de las medidas más restrictivas para los mayores durante el desconfinamiento, también ha afectado a la estabilidad mental de las personas mayores, aumentando sus niveles de estrés, miedo, angustia, soledad y ansiedad.

¿Y ahora qué?

El mayor reto con el que ahora nos encontramos, es, sin lugar a dudas, revisar el modelo actual de cuidados a la población mayor.

Las circunstancias, el modo de ver la vida, el cómo nos relacionamos, la solidaridad, la empatía… son conceptos positivos que han cambiado y cobrado fuerza en nuestra sociedad, y debemos aprovechar esta parte positiva de aprendizaje socioemocional, tal como ya lo han hecho muchas entidades sociales.

Por otra parte, debemos estar atentos a las investigaciones sobre las repercusiones psicológicas de la pandemia en el colectivo mayor. Ya que situaciones tales como las vividas: el agotamiento emocional, los “duelos pendientes”, la pérdida, la soledad, el estrés o el sufrimiento, han causado mella generando graves consecuencias para la salud de este colectivo como son: la reducción o inactividad física, el insomnio y somnolencia diaria, la apatía, aumento del deterioro cognitivo, inestabilidad del estado emocional y anímico y la soledad, entre otras.

Por todo ello es conveniente conocer este impacto para así poder actuar en consecuencia con actividades psicoestimulantes, disciplinas de expresión, salidas programadas al exterior, actividad física, talleres que fomenten la interacción social, y todas las disciplinas necesarias dirigidas por servicios profesionales como los que ofrecemos desde Acompany-Arte.

Es hora de pasar a la acción

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